La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones de la vida cotidiana, desarrollar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará más posibilidades de desarrollo profesional y personal.
Las emociones son impulsos para actuar, es decir, disposiciones para la acción. Estas tendencias biológicas -que están moldeadas por nuestras experiencias pasadas y nuestra educación (la historia personal y la historia social)- guían nuestras decisiones, trabajando en colaboración con la mente racional y permitiendo –o imposibilitando- el mismo pensamiento.
Del mismo modo que las luces del tablero de mandos del automóvil se encienden e indican que ha subido la temperatura o queda poco combustible, cada emoción es una luz de tonalidad específica que se enciende e indica que existe un problema a resolver. Por lo tanto, las emociones son aprovechadas completamente cuando uno aprende qué problema específico detecta cada emoción y cuál es el camino que resuelve el problema detectado.
Objetivos
El objetivo de este entrenamiento es desarrollar las competencias emocionales y relacionales, de acción y reflexión de los participantes, a fin de lograr una mayor efectividad en el logro de los objetivos personales y organizacionales, orientados a desarrollar las actitudes y habilidades que permitan:
Reconocer las propias emociones: Como clave para intervenir en las mismas y desarrollar actitudes más efectivas.
Distinguir entre emociones y estados de ánimo: A fin de establecer distintas estrategias de intervención, según sea el caso.
Intervención en el mundo emocional: Aprender a regular y manejar las emociones, como un modo de adecuar las mismas a las circunstancias que nos tocan vivir.
Reconocer las emociones de los demás: Pudiendo de este modo desarrollar la empatía y mejorar las relaciones interpersonales